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Porto-Rican Folk-Lore.
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47.

¡Oh, dichosa carta escrita!
¡Quién fuera dentro de ti,
para dar dos mil abrazos
al ángel que te ha de abrir!

Cautivo y sin libertad,
firme amante en el querer,
sabrás que tu amante está
en un puro padecer;
olvidar no puede ser
porque tu amor a mí me invita,
¡Quién fuera papel o tinta
que la dicha consiguiera!
¡Quién fuera oblea siquiera!
¡Oh, dichosa carta escrita!

Papel, serás venturoso
si llegares a gozar
de las manos donde vas;
decidle papel dichoso
que siempre quedo apenado
desconsolado y sin ti;
dale memorias de mí
dila que yo soy aquel
quien te ayudará a pasar.
¡Quién fuera dentro de ti!

Hermosísima deidad,
firme amante en el querer,
en continue padecer
sabrás que tu amante está;
dime si no me olvidarás
por tu bondad exquisita,
y yo quisiera ser tinta
y algún alivio tuviera.
¡Quién fuera oblea siquiera!
¡Oh, dichosa carta escrita!

Prenda de mi corazón,
tú, recibe este papel
que te envió dentro de él
alma, vida y corazón;
ésta te dará razón
como yo quedo al morir;
papel, tú le has de decir
si mi amor ya me reprocha
que le hablarás con la boca
al ángel que te va abrir.

48.

La Virgen de los Dolores,
la madre de Jesucristo,
adorémosla, señores
por aquel cáliz bendito.

En ese sagrado temple,
por mano del mismo Dios,
adentro se colocó
con muchísimo contento;
iba un acompañamiento
adornado con amores;
es madre de pecadores,
reina de la jerarquía,
y es imágen de María;
adorémosla, señores.

Cuando iban por la calle
con sus diez y seis madrinas
y con su música fina
se presentan ante el cáliz;
luego su majestad sale,
nos presenta el paraíso,
y por manos del obispo
se ha adornado bien el templo
y se ha colocado dentro
la madre de Jesucristo.

Iba un acompañamiento
de niñas muy escogidas;
iban de blanco vestidas
para presentarse al templo.
¡Oh! ¡quién tuviera tiempo
para ir a ver primores!
Es la madre de pecadores,
reina de la jerarquía,
y es imágen de María;
adorémosla, señores.

En esta sagrada hora
vino esta santa bendita
a la isla de Puerto Rico
a poner esta mejora;
ella es una gran señora
y como ella no se ha visto,
solo el mismo Jesucristo
fué quien la pudo encontrar;
y la vamos a adorar
por aquel cáliz bendito.

49.

Yo me enamoré de noche
y la luna me engaño;
otra vez que me enamoré
ha de ser de día y con sol.

Estando en una diversión
en compañía de dos amigos
allí me encontré querido